Jesús aclara que la obediencia a Dios no se limita a actos externos (matar) sino que parte del interior (enojo). La justicia demandada por Dios es imposible de cumplir para el hombre, de modo que no puede llegar al cielo en base a sus acciones. Sólo Jesús fue capaz de obedecer totalmente a Dios y mediante su sacrificio en la cruz justifica (hace justo) al que pone su confianza en él y Jesús le da vida eterna.
GLORIA A DIOS QUE LINDO
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¡Saludos desde Panamá!
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